La mujer que quiso despertar de la muerte a su amado: estremecedor ritual en cementerio

Redacción. El silencio del cementerio Sagrado Corazón, en Landázuri, Santander, se quebró una mañana de octubre por un acto tan desconcertante como doloroso.


Una mujer, descalza y con un balde entre las manos, llegó hasta una bóveda como si buscara reencontrarse con alguien que el tiempo ya le había arrebatado.
No era una visita común. Su propósito, según quienes la vieron, era “bañar y vestir” a su difunto marido que descansaba en aquel ataúd.


La escena fue grabada por el sepulturero del lugar, quien, sorprendido, no podía creer lo que sus ojos veían. La mujer, sin dudar, rompió la estructura de la bóveda hasta dejar al descubierto el féretro. Encendió una vela sobre la tapa del cajón, murmuró palabras que pocos alcanzaron a entender y, con una mezcla de dolor y obstinación, exclamó:
“A mí no me importa, así me cueste la vida. Yo quería verlo y así lo decidí.”
El sepulturero indignado solo atinó a decirle:
“Mamita, ¿por qué hizo eso? Usted no podía abrir ahí, eso es un delito.”

  • Ella no respondió más

Parecía ausente, como si conversara con alguien que solo ella podía ver. Minutos después, varios curiosos y familiares del fallecido se acercaron al lugar.
El ambiente se tornó tenso. Entre lágrimas, reclamos y confusión, un hombre incluso levantó un machete, quizás para agredir a la mujer, pero al final desistió de usarlo. Fue necesaria la intervención de la policía para retirarla del cementerio. Testigos aseguran que estaba bajo los efectos del alcohol.


El cuerpo que la mujer intentó desenterrar era el de Diego Expedito Moreno Rojas, de apenas 19 años, oriundo de Cimitarra.


Diego había sido asesinado el 24 de julio de 2025 tras una riña en el parque principal de su municipio. Una herida en el tórax le arrebató la vida, pese a los intentos médicos por salvarlo.

  • Tres meses después


Su entierro fue solemne, pero pocos imaginaron que tres meses después su descanso eterno sería interrumpido por quien, según vecinos, fue su pareja sentimental.


Entre los objetos que llevaba la mujer había una vela, cervezas, cigarrillos, jabón y agua. Todo indicaba que pretendía tener lo que llamó “un encuentro espiritual”.


Pero lo que para ella era un acto de amor, para la comunidad se convirtió en un hecho perturbador que dejó más preguntas que respuestas.


El video del insólito suceso se propagó por redes sociales y encendió un debate nacional sobre los límites del duelo y la cordura.


Mientras las autoridades investigan, en Landázuri aún se habla del episodio con una mezcla de espanto y compasión. Algunos dicen que fue locura; otros, que fue amor llevado al extremo.
En el aire del cementerio todavía parece flotar el eco de aquella voz que, entre lágrimas y obstinación, juró que solo quería volver a ver a Diego, aunque fuera por última vez.

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